A menudo muchos de mis amigos y conocidos me pasan enlaces de concursos de diseño de todo tipo de eventos, y siempre les contesto con un educado «Yo no participo en concursos, pero gracias». Hoy quiero contaros las razones por las que, como profesional del diseño gráfico, estoy en contra de los concursos de diseño; algo que parece estar muy bien visto, pero que en realidad pienso que es una mala práctica que denigra a la profesión del diseñador gráfico, y un menosprecio a la formación de los profesionales que trabajamos en esto.
Las Licitaciones
Es curioso como en cualquier otro ámbito, ya sea tecnológico o no, para poder optar a un trabajo ofrecido por una administración, lo que se realiza es un concurso de méritos o de presupuestos. Se presenta un presupuesto y una serie de méritos por parte de la empresa o del profesional que quiere optar a realizar ese trabajo, y si dado el caso, eres el ganador del concurso, ya puedes realizarlo y posteriormente cobrar por tus servicios. Es lo que se suele llamar licitaciones, y pasa en casi cualquier tipo de trabajo que desde la admistración se externaliza a empresas privadas o profesionales autónomos.
Los Concursos de Diseño Gráfico
Pero esto en el diseño gráfico no pasa. Es muy normal ver que se ponen en marcha concursos de diseño gráfico, para hacer un cartel, un logotipo o para la promoción de cualquier tipo de evento, en el que las organizaciones, por un módico premio, obtienen multitud de opciones para comparar, probar y elegir; un trabajo creativo de muchas personas que no tienen que pagar; y ya de paso ahorrar en un montón de costes, entre los que están muchas veces quedarse con los derechos de explotación de todos los trabajos presentados. Por no hablar de bases abusivas que se pasan por el forro las leyes de propiedad intelectual.
Además, la mayoría de estos concursos, están abiertos a «personas creativas» que no necesariamente deben militar en el gremio del diseño gráfico y profesiones afines; por no hablar de que, lamentablemente, en los jurados de estos concursos suelen estar personas de fuera de la profesión, que no están formadas con los criterios estéticos y técnicos para juzgar un trabajo y que se guían por su impresión, por «si les gusta o no les gusta». Como ya sabemos, de diseño sabe todo el mundo y parece, que todo el mundo puede opinar. Indudablemente esto redunda en que, en muchos casos, los trabajos elegidos, si bien puedan tener una apariencia estética aceptable, su ejecución y su implementación técnica está muy lejos de ser profesional, y esto sucede muchísimas veces.
Imagina que se hiciese un concurso para hacer la página web de una ciudad, en la que se pidiera a las empresas y profesionales concursantes que desarrollasen la página web, y de entre todas las que se hiciesen, un jurado elegiría una ganadora y a esa, se le pagaría el desarrollo; y el resto… se las quedarían para usarlas a su conveniencia en un futuro. Imagínatelo ahora para cualquier otro ámbito: construcción, electricidad, fontanería, arquitectura… no se…, no cabría en ninguna cabeza profesional invertir tiempo, esfuerzo y recursos en realizar un trabajo que no sabes si vas a poder cobrar, y del que, en muchos casos, dejará de ser de tu propiedad para lucrar a otros en un futuro. Pues ésto, con los concursos de diseño sí que pasa, y lamentablemente, de forma muy habitual.
La mayoría de estas organizaciones se aprovechan de un hambre de trabajos y una precariedad laboral en el mundo del diseño que está muy patente, por no hablar de intrusismo y de lo ridículo de algunos premios frente al proceso creativo que lleva realizar el trabajo. Además está el otro lado de la moneda, la cantidad de plagios, contrariedades y otras situaciones vergonzosas como esta, esta, esta, esta o esta; que acaban dándose por los inocentes, aprovechados u oportunistas.
No todo es malo
Pero no todo es malo en los concursos de diseño. Tengo que reconocerles que para mí sólo tienen algo bueno, y es que son una buena forma de obtener promoción y reconocimiento y prestigio si eres estudiante o novel en el mundo del diseño, o si eres un mero aficionado. Participar puede hacer que aprendas de otros diseñadores, que mejores tu técnica y conseguir salidas profesionales.
Y por supuesto, hay concursos y concursos, y hay organizaciones que ponen en marcha procesos concursales de diseño dentro de los ámbitos estudiantiles, con la única idea de obtener talento y no aprovecharse de los creativos; es una forma de encontrar esa frescura que tanto se echa en falta y premiar buenos trabajos. Pero por regla general son los menos. Si en tu ciudad ves un concurso de diseño gráfico para los carteles de fiestas, para el logo de tu ayuntamiento, diputación o comunidad autónoma, déjaselo a los amateurs, si eres profesional, pienso que no deberías participar en este tipo de concursos. Un profesional se ha de valorar, y ponerle precio a su propio trabajo, y no dejar que otros especulen con el resultado de tu esfuerzo, y de tu formación.